Típico de bodegón, el vigilante es uno de los más clásicos postres argentos. Lo que tiene de simple, lo tiene de rico.
El secreto es combinar un buen queso y un buen dulce. A partir de acá, hacé lo que se te cante.
Mi vigilante tiene que tener 2 quesos, 2 dulces y algo crocante. Para elegir los quesos, voy por uno cremoso, como el “cremoso”, cuartirolo o port salut y otro semi duro, como el gouda. Para los dulces, la magia está en combinar uno de batata y otro, obvio, de membrillo. El toque crocante lo dan unos frutos secos: nueces, avellanas, almendras y castaña de cajú.